Jeremías
Capítulo 1
En
el primer capítulo de este libro profético, Dios llama a Jeremías como profeta
desde su juventud, prometiéndole estar siempre con él. Jeremías expresa su
temor, más Dios le promete protección y le otorga la autoridad para hablar en
su nombre. Es así, como a través de dos visiones le deja ver la provisión
divina y el juicio para el pueblo. Dios se encarga de dejar claro el papel de
Jeremías, como el que habría de anunciar el juicio y la destrucción de Israel a
causa de su infidelidad.
Capítulo 2
Dios,
a través de Jeremías le recuerda a Israel la devoción que mostraban en un
inicio, al salir de Egipto y como poco a poco, se desviaron hacia la idolatría.
Señala la ingratitud del pueblo que se ha olvidado de Dios y los acusa por
tener dioses falsos. Dios se encarga de dejarles ver la falta de reverencia y
la injusticia que practican entre ellos y las inevitables consecuencias que
traerá su perversidad y su lejanía con Dios.
Capítulo 3
Uno
de los primeros llamados que Dios le hace a su pueblo, para que vuelvan a Él.
Les ofrece sanidad y restauración con la condición de que abandonen su
idolatría, haciendo una comparación de Israel con una esposa infiel y su
constante traición. Dios le ofrece a su pueblo la posibilidad de reconciliarse
si es que confesaren sus pecados y enderezaren sus caminos, pues el amor de
Dios ofrece esperanza, aún en medio de la maldad de Su pueblo.
Capítulo 4
Jeremías
comunica al pueblo que necesitan arrepentirse con urgencia, y de manera
sincera, para evitar la destrucción que Dios tiene para ellos, describe un
futuro lleno de desolación si no dejan su maldad y se vuelven a Dios. Habla a
cerca de un invasor que vendrá del norte a traer ruina y devastación al pueblo.
Jeremías expresa también su profundo dolor y sufrimiento a causa de la
desobediencia de Israel y el castigo que vendrá sobre ellos.
Capítulo 5
Dios
busca una persona justa en Jerusalén, pero no encuentra a nadie, todo el pueblo
se ha vuelto corrupto y rebelde, no hay justicia ni existe sombra de verdad
entre la gente, incluso los líderes y los sacerdotes se han vuelto hipócritas.
A pesar de los castigos y advertencias previas, el pueblo no se ha arrepentido
ni ha buscado a Dios, por lo que su situación se agrava y su corazón se
endurece cada vez más. El capítulo termina con la declaración de un inevitable
juicio venidero.
Capítulo 6
Una
vez más, Jeremías advierte sobre la destrucción que está por venir. Dios a
través de su profeta, describe a Jerusalén como una ciudad corrupta y rebelde,
que será arrasada por los ejércitos del norte. Se lamenta por la falta de
arrepentimiento y la continua corrupción aún a pesar de las ya repetidas
advertencias. En este capítulo se narra a detalle la magnitud del juicio que
viene y la persistencia en el pecado y la falta de temor a Dios como las causas
de este fuerte castigo.
Capítulo 7
Dios, a través de Jeremías, reprende al pueblo por su falsa confianza en el templo, creyendo que Dios los protegerá sin necesidad de que se haga justicia. Las prácticas de idolatría y la injusticia social son condenadas por Dios, llamándolos una vez más, al arrepentimiento. Jeremías denuncia la hipocresía de quienes realizan rituales religiosos mientras cometen injusticias y se advierte a cerca de la destrucción del templo como consecuencia de su rebeldía y mal comportamiento.
Capítulo 8
Nuevamente,
Jeremías lamenta la necedad y terquedad de los israelitas, pues rechazan el
conocimiento de Dios y continúan en el camino de su pecado. Se menciona que la
destrucción vendrá de manera inevitable y que ni los sabios ni los líderes
podrán evitarla. Jeremías se duele profundamente por la falta de
arrepentimiento y habla una vez más de del futuro de muerte y desesperanza
reflejando su dolor y sufrimiento debido a la tremenda obstinación del pueblo.
Capítulo 9
Continúa
la tristeza de Jeremías, Dios continúa denunciando la falsedad y traición que
prevalecen, destacando la falta de confianza en él y la práctica de la verdad.
El juicio y la inminente destrucción están a la puerta tanto que el profeta cae
en llanto pues reconoce que la devastación venidera, terminará con las vidas de
muchos, incluso, aquellos que pudieran considerarse inocentes, resaltando de
nuevo, la urgencia de buscar la verdad y la justicia para evitar la calamidad.
Capítulo 10
Dios
nuevamente señala y critica la idolatría de Israel, haciendo énfasis en la
insignificancia de sus ídolos creados por manos humanas, resaltando la
impotencia de sus ídolos y recordándoles la soberanía y el poder de su Dios,
creador del universo. Haciéndoles así, un llamado a reconocer la grandeza del único
Dios vivo, para que abandonaran a sus dioses falsos.
Capítulo 11
En este capítulo, Dios le recuerda a Jeremías su pacto con Israel y cómo es que el pueblo lo ha roto, por lo tanto, la maldad y el juicio deben ser las consecuencias de la desobediencia. Jeremías se enfrenta a oposición a causa de las advertencias que le transmite al pueblo y es amenazado de muerte en Anatot. Por causa de esto, Dios promete castigar a los conspiradores contra Jeremías.
Capítulo 12
Jeremías
se cuestiona a cerca de la prosperidad de los impíos y le expresa a Dios su
dolor por la aparente injusticia que esto representa, sin embargo, Dios le
responde que el juicio vendrá sobre ellos con seguridad y no podrán escapar.
Además de ello, Dios promete restauración si las naciones vecinas se vuelven a
Él.
Capítulo 13
Dios
utiliza la metáfora de un cinturón de lino arruinado para ilustrar como es que
Israel ha perdido su utilidad y gloria debido a su desobediencia, describiendo
nuevamente la destrucción ya inevitable por causa de su incesante idolatría y
orgullo. Jeremías llama a su gente a la humildad y al arrepentimiento, antes de
que el juicio llegue, pues su relación con Dios, necesita ser restaurada con
urgencia.
Capítulo 14
Jeremías
describe una gran sequía que trae sufrimiento a la tierra y el pueblo clama a
Dios por ayuda. Dios responde que no escuchará sus suplicas, pues han
persistido durante mucho tiempo en idolatría y pecado. Señala el error de los
falsos profetas que engañan al pueblo con falsas esperanzas de paz, que no
vienen de Dios. Jeremías se ve entonces, en la necesidad de interceder por su
pueblo, pero Dios declara que el juicio ya es inevitable.
Capítulo 15
Dios
reafirma el juicio inminente y el rechazo a las suplicas de Israel, incluso por
la intercesión de Moisés y Samuel, el futuro que les espera es de muerte y
destrucción, no hay nada que puedan hacer ya para evitarlo, pues tuvieron
oportunidad de arrepentirse y fueron tercos. Jeremías se lamenta tanto, que se
aísla para que Dios lo consuele, le de fortaleza y reafirme su llamado.
Capítulo 16
Jeremías
recibe una instrucción por parte de Dios: no debe casarse ni tener hijos, como
un símbolo del sufrimiento que vendrá sobre Judá, pues la muerte será tan común
que no tendrán si quiera tiempo para guardar luto o hacer sepultura. Sin
embargo, aún con todo esto, Dios promete restaurar a Israel una vez que esto
haya terminado y hayan vuelto del exilio.
Capítulo 17
Jeremías
sigue denunciando la terquedad y el pecado subrayando lo inevitable del castigo
divino. En contraste con ello, Dios deja en claro, las bendiciones de las que
pueden ser partícipes, todos aquellos que confíen en Él como su señor. El
profeta levanta una oración pidiendo protección y justicia frente a sus
enemigos y Dios le recuerda la importancia del Sabbat y el juicio que vendrá si
el pueblo continúa desobedeciéndolo.
Capítulo 18
Dios
envía a Jeremías a la casa del alfarero como una lección sobre la soberanía de
Dios: así como el alfarero puede moldear la arcilla, Dios puede formar y
reformar a las naciones, advirtiendo que Judá aún puede arrepentirse delante
del Señor y evitar el juicio, sin embargo, vuelven a rechazar esta advertencia
y continúan en el camino del pecado. Jeremías continúa enfrentando amenazas y
oraciones en su contra por parte de sus enemigos.
Capítulo 19
Dios
instruye a Jeremías a comprar una vasija de barro y a romperla en el valle de
Ben-Hinom como símbolo de la destrucción inminente de Jerusalén. Se profetiza
desolación y juicio ya no solo debido a la idolatría, sino también a los
sacrificios humanos que eran practicados en ese lugar. Jeremías entonces,
anuncia que la ciudad será arrasada y todos sus habitantes sufrirán terriblemente.
La vasija rota simboliza la irreversibilidad del juicio.
Capítulo 20
Pashur,
un sacerdote, golpea y encarcela a Jeremías por sus profecías de destrucción y
después de ser liberado, el profeta pronuncia un juicio contra Pashur,
asegurando que él y su familia, irán al exilio. Jeremías está sufriendo a causa
de lo difícil y doloroso que es llevar a cabo la tarea que Dios le ha
encomendado, sintiéndose engañado y despreciado. Sin embargo, reconoce que no
puede dejar de proclamar la palabra de Dios.
Capítulo 21
El
rey Sedequías envía mensajeros a Jeremías para pedir la ayuda de Dios contra
Babilonia. Jeremías responde que Dios ha decidido entregar la ciudad a los
babilonios advirtiéndole que resistirse, solo traerá para ellos más destrucción
y sufrimiento. Insta al pueblo a rendirse, para poder salvar sus vidas, y Dios
les advierte que aquellos que permanezcan en la ciudad, morirán a causa de la
espada, el hambre, o la peste.
Capítulo 22
Dios
envía a Jeremías al palacio del rey de Judá, para advertirle sobre la
injusticia y la corrupción, llamándolo a la justicia y a la protección de los
débiles, prometiendo bendición si obedecen y destrucción si no lo hacen. Señala
a los reyes pasados y presentes por su falta de piedad y justicia. Se menciona
también el destino de Joacim y el lamento por la pérdida de Jerusalén.
Capítulo 23
Dios
condena a los líderes de Israel por dispersar y destruir al pueblo y promete
reunir a las ovejas dispersas y levantar a los pastores justos. Se profetiza
también la venida de un rey justo, un renuevo de David, que gobernará con
justicia y será distinto a los falsos profetas, que se encargaron de dispersar
una esperanza que no existía. Hay esperanza por parte de Dios en la
restauración.
Capítulo 24
Jeremías
tiene una visión de dos cestas de higos: una con higos buenos y otra con higos
malos. Los higos buenos representan a los exiliados de Judá que Dios protegerá
y después restaurará, y los malos, simbolizan a los que permanecen en Egipto,
quienes enfrentarán juicio y destrucción. La visión destaca la soberanía de
Dios en el juicio y la esperanza para los exiliados obedientes.
Capítulo 25
Jeremías
anuncia que Judá y las naciones vecinas serán sometidas a Babilonia durante
setenta años debido a su desobediencia, profetizando que después de este
periodo, Babilonia será juzgada y castigada. Se describe también un cáliz de la
ira de Dios del que beberán las naciones, simbolizando el juicio y la certeza
de su cumplimiento. El capítulo termina con una visión que tiene Jeremías, de
destrucción y juicio sobre toda la tierra.
Capítulo 26
Dios
ordena a Jeremías profetizar en el templo, advirtiendo sobre la destrucción de
Jerusalén si el pueblo no se arrepiente. Los sacerdotes y profetas quieren
matar a Jeremías por sus palabras, pero los líderes y el pueblo lo defienden.
Jeremías se salva recordando a Miqueas y se menciona la muerte de Urías, otro
profeta asesinado a manos del rey Joacim.
Capítulo 27
Jeremías,
usando un yugo en su cuello, simboliza la sumisión de las naciones a Babilonia,
instándolas a someterse al rey Nabucodonosor. También, advierte a los reyes y
al pueblo a cerca de que resistirse, solo traerá destrucción y que deben
aceptar el yugo que Babilonia ponga sobre ellos. Los falsos profetas son
denunciados por prometer una pronta liberación y la restitución de los tesoros del
templo. El pueblo debe aceptar la disciplina de Dios a través del dominio
babilónico.
Capítulo 28
El
profeta Hananías contradice a Jeremías, profetizando la liberación de Judá y el
retorno de los exiliados dentro de dos años. Jeremías responde que el verdadero
profeta es conocido por la veracidad de sus palabras y predice la muerte de
Hananias como prueba de su falsedad. Hananías rompe el yugo de madera que había
usado Jeremías y Dios promete hacer ahora, uno de hierro.
Capítulo 29
Jeremías
envía una carta a los exiliados en Babilonia, instándolos a establecerse,
prosperar y buscar la paz en la tierra de su exilio. Les asegura que después de
setenta años, Dios los traerá de vuelta a su tierra. Advierte contra los falsos
profetas que prometerán un falso retorno y destaca la promesa de los planes de
bienestar y futuro para los exiliados que se mantengan fieles.
Capítulo 30
Dios
promete restaurar a Israel y a Judá, devolviéndolos a su tierra y liberándolos
de la opresión, describe así mismo un tiempo de angustia, pero con la certeza
de la salvación y el fin del exilio. Se promete que Jacob será liberado y que
sus enemigos serán castigados. Dios asegura una completa restauración y la
curación de las heridas de su pueblo, enfatizando la esperanza de la redención
futura, que vendrá junto con un líder justo.
Capítulo 31
Dios
promete un nuevo pacto con la casa de Israel, diferente al pasado, que será
escrito en sus corazones. Anuncia la restauración de la alegría y la
prosperidad para el pueblo, así como la reunificación de las tribus. Dios
promete que no abandonará a su pueblo y que su amor para con ellos es eterno.
Se describe la restauración del culto y la vida en comunidad, hablando también
de la renovación espiritual y la esperanza de una relación restaurada con Dios.
Capítulo 32
Jeremías
compra un campo en Anatot como símbolo de la futura restauración y regreso a la
tierra de Judá, y Dios, le asegura que, aunque Jerusalén será entregada a los
babilonios, habrá un retorno y una restauración seguros. Se hace énfasis en las
promesas de Dios y la confianza en Él, incluso en tiempos de aparente
desesperanza. Jeremías ora, reconociendo la grandeza y fidelidad de Dios a
pesar de la situación actual.
Capítulo 33
Dios
promete la restauración de Jerusalén, donde habrá paz, prosperidad y una
renovada vida religiosa. También, se describen las hermosas bendiciones que
vendrán después de la liberación y el regreso del exilio. Dios asegura que, así
como no pueden faltar el día y la noche, Él tampoco fallará en cumplir su pacto
con David, subrayando la fidelidad de Dios a sus promesas y la futura
renovación de su pueblo.
Capítulo 34
Dios,
a través de Jeremías anuncia a Sedequías que Jerusalén será capturada y que el
rey será llevado a Babilonia, pero no morirá en la batalla. Sedequías y el
pueblo rompen el pacto de liberar a los esclavos hebreos lo que provoca la ira
de Dios y por esto, se describe la revocación de la libertad y la destrucción y
esclavitud como consecuencias. Dios promete entonces, castigo nuevamente, por
la desobediencia y la falta del cumplimiento del pacto.
Capítulo 35
Dios
ordena a Jeremías a que invite a los recabitas a beber vino, sabiendo que
ellos, por tradición, no lo harán. La fidelidad de los recabitas a los mandatos
de su ancestro Jonadab se contrasta con la fidelidad de Judá hacia Dios. La
obediencia de los recabitas es elogiada y esto trae una promesa de bendición
para ellos y sus familias. Dios usa el ejemplo de los recabitas para hacer
notar la desobediencia de Israel.
Capítulo 36
Dios
instruye a Jeremías a escribir todas las palabras proféticas en un rollo y a
leerlas al pueblo en el templo. Después de oír lo escrito en el rollo, el rey
Joacim decide quemarlo mostrando desprecio por la palabra de Dios, haciendo
que, por instrucción de Dios mismo, Jeremías vuelva a escribirlo, pero esta vez
con más advertencias y juicios que el anterior y prometiendo castigo para
Joacim y su descendencia.
Capítulo 37
Sedequías,
Rey de Judá, busca el consejo de Jeremías mientras resiste a Babilonia, pero el
profeta predice la inevitable caída de la ciudad. Después de esto, Jeremías es
acusado de traición y es encarcelado, negando sus acusaciones y defendiendo su
integridad delante del rey. El rey consulta nuevamente a Jeremías, quien
reafirma el juicio venidero y aún a pesar de la persecución, se mantiene fiel a
su misión profética.
Capítulo 38
Los
príncipes de Judá, acusan a Jeremías de desmoralizar al pueblo con sus
profecías y como castigo, lo arrojan a una cisterna. Ebed-melec, un etíope,
intercede y convence al rey de salvar a Jeremías, quien es sacado de la
cisterna para reunirse con Sedequías e instarle a rendirse a Babilonia para
salvar tanto la ciudad como su vida. Aunque Sedequías teme por las represalias,
Jeremías le asegura que su obediencia traerá salvación.
Capítulo 39
Jerusalén
es capturada por Babilonia y Sedequías intenta escapar, pero es capturado, sus
hijos son ejecutados y él es cegado y llevado a Babilonia. Los babilonios
destruyen la ciudad y el templo, y la mayoría del pueblo es llevado al exilio.
Nabucodonosor, el rey de Babilonia ordena proteger a Jeremías y lo libera, y
Ebed-melec, quien ayudó a Jeremías, recibe la promesa de protección divina.
Capítulo 40
Jeremías
es liberado por Nabuzaradán, capitán de la guardia babilónica, y se le permite
quedarse en Judá bajo la protección de Gedalías, el gobernador nombrado por
Babilonia. Gedalías es quien insta a los judíos restantes a establecerse y
servir a Babilonia para prosperar. Se describe también el retorno de los judíos
que se habían dispersado a otras regiones y el capítulo concluye con una
advertencia sobre un complot para asesinar a Gedalías, mostrando la
incertidumbre y la tensión en la tierra.
Capítulo 41
Ismael,
del linaje real, asesina a Gedalías y a los babilonios que estaban con él, y secuestra
también, al pueblo de Mizpa. Juanán y sus hombres persiguen a Ismael, lo
enfrentan, liberan a los cautivos y aunque Ismael logra escapar, el asesinato
de Gedalías causa gran temor en el pueblo, pues temen las represalias que
Babilonia pueda tomar en su contra. Este capítulo describe la inestabilidad y
el caos que existen después de la caída de Jerusalén.
Capítulo 42
Juanán
y el remanente le piden a Jeremías que ore a Dios por dirección, prometiendo
obedecer las instrucciones que reciba, es así, como Dios a través de Jeremías,
les promete su protección pidiéndoles que permanezcan en Judá, pues les advierte
que huir a Egipto, significaría destrucción para ellos. Aún a pesar de la clara
advertencia, el pueblo desconfía y desean huir a Egipto, nuevamente mostrando
su falta de fe y obediencia a Dios.
Capítulo 43
El
remanente, liderado por Juanán, desobedecen nuevamente a Dios y se trasladan a
Egipto, llevándose a Jeremías con ellos. Estando allá, Jeremías profetiza que
Babilonia conquistará Egipto y que los que huyeron allí, no podrán librarse del
juicio divino, es así que Dios les da un signo: la destrucción de los ídolos
egipcios como prueba de su soberanía. Nuevamente, se destaca lo obstinado que
es el pueblo y lo inevitable que es el juicio de Dios.
Capítulo 44
Jeremías
reprende a los judíos en Egipto por continuar con su idolatría y les advierte
que enfrentarán el juicio divino, así como en Judá. A pesar de las
advertencias, el pueblo defiende su culto a la reina “del cielo” y rechaza el
mandato de abandonar su idolatría, por lo tanto, Jeremías profetiza la
destrucción de Egipto y la muerte de los que huyeron allí, sin dejarles ninguna
esperanza de regresar a Judá.
Capítulo 45
Jeremías
consuela a Baruc, su escriba, quien se siente abrumado por las calamidades que
han sido profetizadas. Dios les asegura que, aunque traerá destrucción a la
tierra, protegerá la vida de Baruc dondequiera que vaya. Este capítulo es más
corto, pero resalta la fidelidad de Dios hacia aquellos que le son leales,
incluso en tiempos difíciles.
Capítulo 46
Nuevamente,
Jeremías profetiza en contra de Egipto, anunciando su derrota a manos de Nabucodonosor
en la batalla de Carquemis, se narra la devastación tan grande que sufrirá
Egipto y la incapacidad de sus dioses para protegerlo o hacer algo para evitar
el juicio de Dios. Posterior a eso, Dios promete que Egipto será castigado,
pero que, eventualmente, será restaurado de nuevo, pues Dios es soberano sobre
todas las naciones y tiene el poder tanto de destruirlas, como de levantarlas
de las ruinas.
Capítulo 47
Jeremías
pronuncia juicio contra los filisteos, profetizando la destrucción que vendrá
del norte, probablemente refiriéndose a Babilonia, describiendo un futuro lleno
de terror y desolación para las ciudades de los filisteos incluyendo Gaza y
Ascalón. En la profecía se destaca una vez más la inminencia del juicio y la
imposibilidad de escapar de la ira que han provocado en Dios.
Capítulo 48
En
esta ocasión, Jeremías profetiza contra Moab, anunciando su ruina y destrucción
por su orgullo y confianza en sus ídolos, detallando la devastación de sus
ciudades y el lamento que seguirán a su caída. Dios promete un juicio severo,
pero también menciona que habrá una restauración futura para Moab. Se resalta
la justicia de Dios, pero también la oportunidad que se ofrece incluso a las
naciones enemigas, de restauración.
Capítulo 49
Jeremías
habla de una profecía para barias naciones, en las que se encuentra Amón, Edom,
Damasco, Cedar y Elam, anunciando juicio y destrucción por sus pecados. Cada
una de estas naciones enfrentará la ira de Dios por su maldad y arrogancia,
esperando su inevitable caída. Aún con todo esto, Dios promete restauración
para algunas naciones después del juicio, mostrando así, la soberanía de Dios
en el juicio sobre las naciones y su bondadoso corazón que ofrece siempre, la
posibilidad de la restauración.
Capítulo 50
La
caída de Babilonia es anunciada por Jeremías, proclamando que será conquistada
por una nación del norte, hablando también de la liberación de Israel de la
opresión babilónica y su retorno a la tierra prometida. Al mismo tiempo, Babilonia
es juzgada por su arrogancia y su multitud de crímenes contra otros pueblos, prometiéndoles
Dios, una total destrucción de la ciudad y el final de su dominio.
Capítulo 51
La
profecía contra Babilonia continúa, detallando su destrucción completa y la
liberación de los exiliados Israelitas, Dios promete que Babilonia será un
desierto perpetuo y que su caída será una señal de su justicia. Jeremías insta
a los exiliados a huir de Babilonia para no ser alcanzados por el juicio de
Dios, subrayando su gran poder y su fidelidad para cumplir sus promesas tanto
de justicia como de redención.
Capítulo 52
Este
capítulo recapitula la caída de Jerusalén y la destrucción del templo por
Nabucodonosor, describe también el asedio de Jerusalén, la captura de
Sedequías, y el exilio del pueblo a Babilonia. Se enumeran los tesoros
saqueados del templo y los líderes ejecutados. El capítulo termina con la
liberación del rey Joaquín en Babilonia, lo que simboliza una pequeña esperanza
de redención futura.
¿Cuál es el mensaje que Dios quiere dar a través de este libro?
A mi parecer, el
libro de Jeremías es una obra profética de principio a fin, cuyo propósito (o
al menos uno de ellos) es transmitir la compleja relación que existía entre
Dios e Israel en aquel tiempo, resaltando en todo momento, la justicia de Dios
y la esperanza de restauración que solo Él puede ofrecer. Personalmente, pienso
que las lecciones que aprendió el pueblo en aquel entonces, son igualmente
aplicables a nuestro tiempo.
En primer lugar, se habla acerca de
la seriedad del pecado y la tremenda necesidad que el hombre tiene de
arrepentirse y volver a Dios, pues a través de Jeremías, Dios denuncia en
repetidas ocasiones su rechazo en contra de la idolatría, la injusticia social,
y la desobediencia del pueblo. La constante exhortación a abandonar el pecado y
volver al camino de la obediencia a Dios, es central en este libro. En Jeremías
2:13, Dios describe el pecado de Israel como el abandono de “la fuente de agua
viva”, cambiado por “cisternas rotas”, ilustrando cómo es que el pueblo rechazó
la verdadera vida que solo Dios da, optando por sustitutos ineficaces.
En segundo lugar, se habla de la
inevitabilidad del juicio y el castigo de Dios como consecuencia de la deshonra
y desobediencia del pueblo. Jeremías advierte a Israel e incluso a las naciones
cercanas sobre la destrucción inevitable que vendría a ellos debido a su
pecado. Es así como la caída de Jerusalén y la destrucción del templo que
fueron profetizados y luego cumplidos, sirven como recordatorio de que todo
aquello que Dios promete, es seguro y justo. Sin embargo, aún con todo esto, el
pueblo persiste en pecar, y Dios, en mostrarles su intolerancia a la rebeldía.
Sin embargo, junto con el mensaje de
juicio, el libro de Jeremías también transmite un mensaje de profunda esperanza
y siempre ofrece una promesa de restauración. Pues Dios, a pesar de la
desobediencia del pueblo, nunca los abandonó y a través de las mismas profecías,
Dios siempre les aseguró tener planes de bienestar para ellos y darles futuro y
esperanza seguros en Él. Otro ejemplo de esto, es Jeremías 31, en el que Dios
les hace un nuevo pacto de renovar la relación con su pueblo.
En esencia, el
mensaje del libro de Jeremías es de advertencia, pero también de esperanza. Dios
quiere que su pueblo entienda la gravedad de su pecado y las fuertes
consecuencias de la desobediencia, pero también les ofrece la posibilidad tanto
de restauración como de redención. Y a través de Jeremías, Dios muestra que,
aunque el juicio es inevitable para aquellos que persisten en rebelión, siempre
hay una oportunidad para el arrepentimiento y la renovación. Esta dualidad de
justicia y gracia, refleja la naturaleza de nuestro Dios y su constante e
inagotable invitación a volver a una relación correcta con Él.
Si, el mensaje de Dios en Jeremias muestra una mezcla de como trataba Dios al Pueblo y el pueblo como lo trataba a el, con el mensaje de juicio pero tambien de esperanza al mostrar la naturaleza de nuestro Dios de Justicia y de Gracia.
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